sábado, 8 de junio de 2013

Minotauro

Es el momento. La lucha por la fusión. La lucha por la carne. Es el momento en el cual los mundos se fusionan y se encarnan. Los dos lados paralelos dejan de ser lados, dejan de ser paralelos. Ahora, aquí, en mi laberinto el espacio es sólo uno. No existe espejo que cuente dos historias, no hay espejo que devuelva otra realidad reflejada.
La violencia del rencor se comprende líquida en sangre, sólo basta una mirada (que no pudo comprender el encierro) Nuevamente, sólo uno, no hay un adentro y un afuera. Es decir, el mal que me ha encerrado es el motivo de mis actos.
Sin embargo este momento, es sólo un momento. Y como es un momento, no es eterno. La lucha por la fusión, la lucha por la carne no puede durar más que un momento porque la fusión de la carne es en un plano material, pero de éste plano material surge el encuentro metafísico; el encuentro que tanto ansío. El encuentro metafísico sucederá eterno cuando aquel valiente logre eternizar la carne, la fusión (en otras palabras, la muerte).
Yo te sigo esperando, atento, ansioso
¿Quién se atrevería a encontrarse frente al que nunca fue, frente al apartado, frente al olvidado? ¿Quién se atrevería a asesinar sus miedos sin perderse en el laberinto?
Es que tan sólo soy eso: la parte recóndita que nadie se atreve a iluminar, la parte que es apartada del entero, pero, de todas formas, sigue siendo entero (ignorar lo que asfixia no devuelve la respiración).
Espero al que se atreva a encontrar el monstruo que ha creado.
Te espero.

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