viernes, 31 de mayo de 2013

Mosquito

Un mosquito despiadado emergió de las profundidades de la cortina

Despegó con sonrisa macabra cómplice del suceso a suceder recientemente planeado

Sigilosamente perdido su rastro sonoro entre la música del cuarto se acercó a centímentros de mi cuerpo

Apoyó sus miembros ansiosos por el calor de mi piel

Me bebió la sangre.

Sus miembros saciados por el calor de mi sangre despegaron

Se alejó impunemente confundiéndose con la música que nunca comprendería abandonando la cercanía de mi cuerpo fuente

Aterrizó en su hogar momentáneo con la sonrisa satisfecha por el suceso sucedido

Se fundió en armonía, casi imperceptible, en la profundidad de la cortina.




jueves, 30 de mayo de 2013

Afuera IV

La insufrible manía
sufrir
juegos con el insomnio
desear el mundo extenso en su memoria de prados
del arriba
del abajo
del insufrible encierro de paredes sordas deseo el mundo
huir ante la quietud del lago que ya no existe
y de repente
la mirada que esquivo
el niño que humo con la escarcha ante la indiferencia
es la injusticia de mi angustia.

Naranrana

Arcadas de miel es la lengua borracha es el mar de masa profunda que te succiona
deseo acaramelado
miel lengua borracha
borracha la lengua
no sabe que se encuentra
entonces
la daga se arrima en la cúpula
hace
escupir
porque incinera dentro

es más cómodo morirse asfixiado
por al abrumador luego
tiempo galopando
sagrado es lo que fue
ahora la llama iracunda
prohíbe volver allí arderás en cuadernos rayados de naranjas lisimaquias

te miran
te comprenden
te reflejan las naranjas son espejos
las naranjas son naranjas naranjas
ranas que saltan de neurona a otra

te olvidaste lo que querías escribir,
otra vez
siempre.

martes, 28 de mayo de 2013

Afuera III

Aburrida es la sonrisa que no fue
aburrida es la mañana entre las sábanas de sueños
Hay que rompernos

desangrar

en peces

nadan


Los muchachos gritan en el cafecito de la esquina
y vos querida
la ventana
siempre abierta.

Afuera II

La poesía
nos abrió la libertad
entre los poros el viento azul
frío el sol azotando la mirada que intenta 
fijarse en tu deseo de caminar en la playa lejana gris
es el paso que no se da en el espacio que existe está para gritar
los pulmones vivos en fuego arden si no se respira la tarde degradada.


Afuera

Ver el mundo
el alma
debajo las hojas mojadas
melancolía
la luna amenaza con su presencia de día
y las nubes no pueden disimular el orgullo
de haber limpiado las calles fatigadas

LXXIII Nocturno

"Del pueblo en fiesta, rojamente iluminado hacia el cielo, vienen agrios valses nostálgicos en el viento suave. La torre se ve, cerrada, lívida, muda y dura, en un errante limbo violeta, azulado, pajizo...Y allá, tras las bodegas oscuras del arrabal, la luna caída, amarilla y soñolienta, se pone, solitaria, sobre el río.

El campo está solo con sus árboles y con la sombra de sus árboles. Hay un canto roto de grillos, una conversación sonámbula de aguas ocultas, una blandura húmeda, como si deshiciesen las estrellas...Platero, desde la tibieza de su cuadra, rebuzna tristemente.

La cabra andará despierta y su campanilla insiste agitada, dulce luego. Al fin, se calla... A lo lejos, hacia Montemayor, rebuzna otro azno...Otro, luego, por el Vallejuelo... Ladra un perro...

Es la noche tan clara, que las flores del jardín se ven en su color, como el día. Por la última casa de la calle de la Fuente, bajo una roja y vacilante farola, tuerce la esquina un hombre solitario... ¿yo? No, yo, en la fragante penumbra celeste, móvil y dorada, que hacen la luna, las lilas, la brisa y la sombra, escucho mi hondo corazón sin par...

La esfera gira, sudorosa y blanda..."





"Platero y yo" de Juan Ramón Jiménez

sábado, 18 de mayo de 2013

Espejos II

Cierta vez un pájaro la despertó en medio de la noche y la llevó volando hasta la estrella ya muerta que ahora era su alma. En el preciso instante comprendió que no había ni un fin ni un principio. Se sintió tan apasionada y libre que lo único que atinó a hacer fue transformar sus lágrimas en un río borracho. Entendía que su ser no le pertenecía enteramente; su ser era la sagrada obra que se le había encomendado por un breve tiempo. Se sintió liviana como la hoja que nada en la tarde de otoño, divagó por los prados violetas y cielos revolucionarios, bebió del agua pura y amó ser más allá de sí misma. 

Espejos

Su tierna boca se fundió con el calor del café. Sus manos inexpertas, jóvenes, trémulas, daban vuelta la hoja del libro. No sabía que la gente que pasaba por fuera del bar posaba sus ojos en sorpresa. Casi nadie leía; pero ella sólo leía. Leía porque no podía encontrar las respuestas al alba hipnotizado, desvanecido en pétalos, sino en libros. Palabras tan surreales como amor y felicidad, cobraban algún significado simbólico sólo en libros. Pero el sentir le era tan propio que la emborrachaba clausurar los ojos y ser parte de los días, de la extensión del tiempo y dejarse llevar por el viento plateado de la lluvia. En resumidas palabras, podemos decir que el sentir era el templo de su vida y el comprender, su pasión por los libros. 

domingo, 12 de mayo de 2013

Canto III - Carlos Obregón


Toda la luz sobra si la fe que nos guía

no colma nuestro viaje. Más allá de la nieve

está el fuego que en el fondo crepita, tutelar,

para los ojos que miran hacia adentro

con el anhelo de las aves caídas.

Después de las palabras queda el eco

de un fervor ignorado que se pierde en la fronda

que tejen nuestras tardes de contemplar callado

y hacia donde existimos renace nuestro olvido.

No un simple paraíso donde el cuerpo fuese

el dios de sus placeres, sino un estar dentro

de lo que siempre es río, la delicia misma

que desde el centro estalla, florece y se despliega.

No otra cosa perdimos y ahora sólo quedan

cenizas y ascuas en las manos del ángel

que desde un nuevo umbral nos invita a gustar del misterio,

y vivir es avanzar en su reclamo y esperar el retorno

en las horas desiertas que caen hacia la noche.

¡Si siempre nos golpeara el amplio murmullo

de las alas eternas! Porque no sólo faltan

palabras de mar, hogueras bajo el viento,

sino una intensidad más cerca de los labios

que aún después de que las ascuas los ungieron

no pueden proclamar lo que han gustado.

¿Quién, más allá del rostro que iluminó la Noche,

se atrevería a avanzar su soledad

hasta el fondo del vientre y allí rescatar

todo el olvido? Pero aun si la gran bóveda

sólo fuese esto: un vientre -hay algo más

de raíz y de ángel que en la carne progresa

hacia la plenitud de otro fruto celeste.

La criatura es pregunta: la espera,

el vuelo pensativo de alguna hoja que cae

en la visión dorada, dejando más acá de los ojos

lo imposible y lo arcano; y que no sea

la puerta estrecha que se abre y nos despide,

porque aquí, con la paciencia de la tierra,

está la misión de nuestras horas.

Dios cubre de eternidad nuestra pupila

y su silencio de fuego posee nuestro lenguaje,

mas el hombre, en tensión rebelde,

sólo espera que los ojos, cual pájaros de exilio,

se adentren voraces en la hondura del viento

tras los astros que queman su plegaria en la noche.

Hontanar de auroras fue el éxtasis ardiente

del alma por los poros; luego, el tiempo,

el nuestro, el que en la carne late,

hincó de nuevo el ojo en la simiente

y un insecto solemne agonizó en las grutas

con las flores marchitas y los frutos sedientos,

y el río y su transcurso de dios ebrio

fue de nuevo avidez y lamento. El mundo se apaga,

huye con el humo y nada queda en las manos

si lo que ellas palpan no es algo más antiguo

que el terror o el deseo: incendio estelar

que a veces nos llega como rito que en el tacto florece,

gratuito y ungido, desde un fondo remoto.

Pero nada sabemos: sentir sólo es primicia.





Autor: Carlos Obregón

lunes, 6 de mayo de 2013

Insomne reflexión

La paz del sueño, la belleza de la inconsciencia, el denso caminar en tierras perdidas o añoradas, muchas veces surge sólo cuando ya no hay resistencias, sólo cuando el abatimiento emocional es tan grande que lo único que calma es perderse entre las lágrimas cansadas. La poesía quebrada tal vez. Me redescubro entre el rocío del amanecer, alterada, viva, me irrumpe anunciando la llegada del temido mañana ¡Ay noche, por qué te dormís y me olvidás! Quisiera ser tu prisionera eterna, no me entregues al dolor de lo que debe suceder ¡Ay noche! Tan poco te pido: no quiero ser un espectro ¡No me dejes escapar noche! En el día ando tan perdida, un rostro arrancado y un cuerpo disonante, eso es lo que soy. El corazón en el limbo, sufriendo (siempre sufriendo) de haber sido separado de su cuerpo amante pero es que este mundo los separó desde el primer llanto. Los días me han traicionado, las noches también. No hay más escapatoria que fingir la carrera hasta el más allá de todas las vanalidades que fagocitan mi vida. No pretendo más.