A propósito de un trabajo sobre cuáles aspectos de nuestra vida cambiaron con el paso del tiempo, escribí esto:
Un día en la vida de Maggie
Hola, me llamo Maggie y les voy a relatar el día de hoy. Me
desperté junto a los rayos de sol que traspasan mi ventana. Si, así comenzó mi
mañana, rayos de sol sobre mis ojos cuyos párpados se levantan perezosamente.
Luego estiré mi cuerpecito y al abrigarme los aromas del desayuno, me dirigí hacia la
cocina para desayunar con mi familia. Si, si, soy muy feliz. Mi papá y mis dos
hermanos se fueron al trabajo y al colegio respectivamente. Yo me quedé con mi
mamita, que no trabaja, está siempre en casa. Mientras ella ordenaba y limpiaba
la cocina, los cuartos, los baños y el living yo le hacía compañía, así ni ella
ni yo nos sentimos solas. Después comenzaron los preparativos para el almuerzo,
mi mamá se puso su vestido floreado y yo mi hebilla con la flor roja gigante
(esa que me regalaron para navidad) y fuimos a hacer las compras. Manteca, pan,
fideos, coca cola, azúcar, café, toddys y chocolates para mis hermanos y para
mi eventualmente. La mañana de hoy era hermosa, brillaba por todas partes. Me
encanta la primavera, porque cuando es primavera mi mamá y mis hermanitos, los
tres juntos, vamos a la plaza, pero eso más tarde, después del almuerzo. ¿En
dónde me había quedado? Ah, si, en el almuerzo. Hoy mi mamá preparó fideos con
manteca, que a mi no me gustan, pero por suerte no como eso. Mis hermanos
llegaron y se devoraron la comida. El tema del almuerzo: el colegio. Hoy parece
que "el pelirrojo" le sacó el celular a mi hermano menor para jugar y no se lo
devolvió hasta que terminara la última hora. Mi mamá dijo que iba a hablar con
su mamá. Ese "pelirrojo", siempre es tan conflictivo, no me agrada nada cuando
viene a casa. ¡Uy, me perdí de vuelta! ¿Por dónde iba? Ah si, ya me acuerdo,
sigo; después de comer y lavar los platos fuimos para la plaza (¿Les dije ya
que es mi momento favorito del día?) Fuimos caminando hasta ahí con nuestra
mami y después en la plaza la perdimos de vista, pero en realidad ella siempre
nos estaba mirando. Con mis hermanos corrimos y jugamos a la mancha y cuando ya
no podíamos más del cansancio, nos
tiramos sobre el césped verde y rodamos por las pequeñas colinas que se forman en la plaza. Mi mamá siempre
nos tiene que insistir para volver a casa, ninguno de los tres queremos y
cuando por fin nos convence, volvemos resignados pero con la alegría del aire
puro en nuestras caritas. ¡Papá! ¡Papi, volviste del trabajo! Los tres corrimos
a saludarlo, que casi siempre ya está en casa cuando nosotros volvemos de la
plaza. Mi papá y mamá tomaban mate en la cocina, mis hermanos hacían su tarea
en el living, yo iba y venía. ¡Ay cierto, fui a la peluquería! Mi papi me llevó
en su auto, sintonizó la radio “Aspen” y me abrió la ventanilla. Amo viajar en
el auto, la tranquilidad de la música y la suave tensión del viento sobre mi cara.
Cuando llegamos mi papi me despidió con una caricia en la frente, me dijo que me
portara bien y que volvía en una hora, al verlo salir solo esperé que no se
olvidara de mí. Sandra es maravillosa, me deja el pelo brillante, sedoso y con
un aroma exquisito, además es divina, me habla todo el tiempo. Hoy terminó antes de la hora prevista y me
puse a charlar con Antonia en la sala de espera mientras esperaba a mi papi.
¡Por fin vino, nos vamos a casa! En el viaje de vuelta no me abrió la ventanilla
porque ya era de noche y podía ser peligroso. Traté de no encapricharme, y de
dejarme llevar por la música hasta volver a casa. Mi mami nos abrió la puerta,
la cena estaba servida. Comimos y miramos la tele pero yo para esa hora ya estaba
muy cansada. Me despedí con una caricia de mi mami, mi papi y mis hermanitos.
Mientras caía en el reparador descanso nocturno me puse a pensar en lo
afortunada que soy: antes nos tiraban un hueso asqueroso y nos dejaban todo el
día en el patio trasero. Qué horror.