jueves, 28 de agosto de 2014

¿Jueces políticos?

En las calles de capital ya no se escuchan los ecos de los tacos ni de las cacerolas Essen; parece que el tema de la mal llamada "Justicia" ya no desvela a ninguna señora de barrio norte. Todo comenzó con la propuesta del oficialismo, la "democratización de la justicia". Luego a ciertos diarios les nació un republicanismo que rara vez mostraron a lo largo de la historia. ¿Se necesita acaso que un gobierno quiera cambiar un poquito al Poder Judicial para que la ciudadanía abra debate sobre la materia que le regula la vida? Triste, pero parece que sí. Sin embargo, para los que  no se dejan llevar por la paranoia mediática ni la teoría de los dos demonios y quieran reflexionar un poco sobre el derecho, su función, su supuesta neutralidad y la tan aclamada independencia del Poder Judicial, les dejo unas palabras de la doctora Alicia Ruiz. Disfruten.


"La "independencia del Poder Judicial", tantas veces invocada, puede ser leída desde un ángulo diferente. Con ella se pretende que los jueces están reasegurados de toda contaminación política, que su hacer no reconoce otro origen que su conocimiento, ni otra finalidad que la de hacer justicia y encontrar adecuadas soluciones en el marco de la ley. Pero, esa presunta objetividad que parece colocarlos más allá de los conflictos y pugnas de la sociedad, que les permite ser infinitamente justos, no es sino una ilusión. Desde su saber ya son poderosos, y en una sociedad dividida por intereses opuestos, ese poder y algunos de esos intereses aparecen siempre ligados. Porque la justicia, no es un valor inmutable; porque la elección de una solución para una situación concreta, es la manifestación más o menos clara de una cierta concepción y valoración de las relaciones sociales existentes y de la vocación por mantenerlas o transformarlas. Porque cada vez que un juez dice "fallo", su discurso "constituye"  cierta conducta en un acto santificado por la ley o maldecido por ella. Y porque, en definitiva, cada sentencia judicial no es un acto aisalado, sino parte de esa práctica social específica que llamamos derecho y, por tanto, conlleva la carga legitimante del poder que le es propia. 
La estructura del discurso jurídico es fundamental para que el derecho cumpla su papel (...) Esa estructura que encubre, desplaza y distorsiona el lugar del conflicto social es la que permite al derecho instalarse como legitimador del poder, en tanto, también lo disfraza, lo torna neutral."