lunes, 7 de enero de 2013

Todavía no se por qué me siento en la cama mirando hacia la ventana intentando explicar en un pequeño cuaderno azul las maravillas de un cielo apocalíptico de verano cuya lluvia no tiene piedad por el jardín de mi vecina que ya parece una laguna, y también está ese balde viejo manchado con pintura lleno de agua, está la palmera y las finas gotitas en sus hojas y no puedo ignorar las cascadas de alegría que escupen mis ojos.

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