jueves, 21 de marzo de 2013

Distancia destruida XII - Carlos Obregón

Extranjero: esta es la pasión del ángel:
despertarse en la ribera del instante,
solitario entre las palabras y las piedras.
Cuando sólo existe el árbol de la noche,
nos basta lo que existe
y el tiempo son las torres que enfrente al mar esperan
el exilio nocturno de los viajes,
el silencio del claustro.Su voz son estas cosas, estas horas que hablan
con el sol del verano,
retornando en la tarde a su nombre duro y verdadero
como retorna en los oídos la violencia del viento
o el mar que  nos invade.
He aquí el tiempo de las manos
renovado en la noche cuando la palabra muere.
Escucha: entre la hierba, la santidad del mundo
y las preguntas hoy cantan la soledad de cada paso.

Vivir es ser su cuerpo, que la mirada viaje en su distancia
como una ave sin rumbo entre las rocas
y luego irse, exiliado, y más allá de la piel,
desde las torres, desde el mar hasta el ángel
ser la ruta del viento,
alejarse y perderse en el silencio que nos puebla.
Extranjero: el ruido del bosque es el poder de un sólo instante,
el nacimiento de las voces que te hablan.
Quien se habita es el desierto: su soledad es nuestra.


Carlos Obregón.

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