domingo, 12 de agosto de 2012

Lolita

 Lolita

Segunda Parte

Capítulo 10



(...) A veces cuando Lolita se disponía fortuitamente a cumplir con sus deberes escolares y chupaba un lápiz y se recostaba de lado, en un sillón, con ambas piernas sobre el brazo, olvidaba todo mi pedagógico comedimiento, así como nuestras riñas, dejaba de lado mi orgullo masculino y me arrastraba, literalmente, de rodillas hasta tu sillón, Lolita. Tú me mirabas con un gris signo de interrogación en tus ojos. «Oh, no, otra vez no» (Incredulidad, exasperación). Pues nunca quisiste creer que yo pudiera sentir el deseo  de hundir mi rostro en tu falda plisada, amor mío, sin segundas intenciones. ¡Qué frágiles eran tus brazos desnudos...! Cómo anhelaba abrazarlos, abrazar tus cuatro límpidos y encantadores miembros, abrazarte igual que si hubieras sido un potrillo acurrucado, y tomar tu cabeza entre mis manos indignas y estirar hacia atrás la piel de tus sienes y besar tus ojos achinados y... «Déjame en paz, por favor», exclamabas. «Por el amor de Dios, déjame en paz». Y yo me levantaba del suelo, mientras tú me mirabas crispando el rostro en una imitación deliberada de mi tic nerveux. Pero no importa, no importa, soy un animal, no importa, sigamos con mi miserable historia.

(Autor: Vladimir Nabokov)


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