domingo, 13 de marzo de 2016

Los amantes

Había algo inespecífico en su mirada, algo que estaba triste en sus pupilas de bronce, algo como llanto de demonio. La mínima posibilidad de dolor me exaltaba, cantaba por las noches a las mil lunas que me acunaban. En un susurro les confesaba que yo estaba loca. Ellas reían y me corregían, "estás enferma". Yo me derretía en mi propia fiebre. Les conté también sobre sus ojos de mares idiotas que se golpeaban con sus propias olas. Era una tempestad en su adolescencia, con mucho empeño pero acababa muy pronto. Y a mi no había nada que me gustara más que eso, sentirme derrotada en una habitación extraña cuyas paredes se derrumban y los amantes huyen como ratas. 

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