jueves, 21 de enero de 2016

Llorar al cuerpo

Sentir al mundo contraerse dentro de uno mismo,
soñar estar en la ebriedad del río más dulce;
Otra noche de insomnio,
el hálito profundo del amanecer
promete un nuevo comienzo. 
En la premisa de los días, nos damos cuenta:
no tenemos práctica de tiempo,
nos tatuamos el alma con la ciega ilusión
de poder apresarlo en nuestro cuerpo.
Poca sangre bombea el reloj que marca nuestro ritmo,
la piel curtida, los huesos aferrados a ella
y los órganos que ponen en movimiento esta maquinaria, 
lloran la contradicción:
la certeza del inevitable retorno a las raíces
es relatada como historia de dioses eternos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario