Pienso en todas las caras que dieron vida a mis días; pienso
en todos los atardeceres que me arrebataron mis días; pienso en todo lo que fui
de mi vida. Es inevitable ese sentimiento de angustia que se disfraza de
melancolía. Vidas que no viví pero que me aterran en los
sueños. ¿Cómo detener esta gran rueda en la que nos hemos metido? El reloj
siempre nos guillotina de la misma forma. No nos queda alternativa, debemos matar al inconsciente.
El tiempo tiene un sabor a eterno, pero se degrada en la pérdida de pigmento
ocular. Al final, los ojos siempre se apagan.
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